Estamos en los últimos días del 2013, y que mejor forma para terminar este año que haciendo una entrada con el ganador del
II Concurso de Cuentos de Navidad
que organizo la
Dirección General de Personas Mayores del
IMAS
Instituto murciano de acción social
de Cartagena (Murcia)
de Cartagena (Murcia)
El pasado lunes 23 de diciembre, se hizo público el cuento ganador de esta edición, cuyo premio recayó sobre una mujer de la comarca de Cartagena a la que todos conocemos por sus microrelatos.
Ha participado en distintos Concursos y Certámenes literarios, llevándose premios en más de una ocasión.
Una mujer, vecina de Pozo Estrecho, que dedica sus ratos libres a coger el bolígrafo, o el ordenador, y a escribir cuanto le viene a la cabeza.
En más de una ocasión hemos tenido el privilegio de conocer algunos de sus trabajos, como pueden ser:
"La nube negra y el Arco Iris"
"El desahucio"
Y otros trabajos que están publicados en este blog.
Estamos hablando de
Mª Carmen Meroño
y este es su
Cuento de Navidad 2013
"El desahucio"
Y otros trabajos que están publicados en este blog.
Estamos hablando de
Mª Carmen Meroño
y este es su
Cuento de Navidad 2013
"Las Campanitas de coral"
El tibio sol apenas calienta, Aurora tiene los pies fríos, sus medias de lana vieja y desgastada dejan pasar el viento que hiela. La esquina está mal orientada, pero es sitio de paso, pues en la acera de enfrente está situado el Mercado de Abastos.
Los ojos grandes de Aurora, se llenan de asombro, anoche cuando se fue todo era oscuro, y hoy los colores de Navidad ya han aparecido como si de un espejismo se tratara. La castañera prepara el fogón y con mucha gracia le sopla al periódico de ayer que le sirve para prender el carbón con la llama de la cerilla, el humo le ciega los ojos y unas lágrimas agridulces le resbalan por la cara.
La sartén con el fondo lleno de agujeros se pone rojo, su ira revienta las castañas con un crujido sordo, el calor del fuego, arrebuja a la castañera que se cala el pañuelo tapándose las orejas, donde cuelgan unos racimos de coral que la abuela le regalo diciéndole: son de mi madre, consérvalos son especiales.
La castañera más antigua del barrio de Chamberí, cuando llega Noviembre pregona las castañas con su gracejo andaluz: - A la rica castaña, tengo la castaña caliente, y ...... er cuerpo que me echa humo.
Cientos de viandantes sonríen ante sus chanzas y el alma de la castañera se alegra con los piropos que recibe en respuesta a su alegría.
Ya todo suena a Navidad, los villancicos son la música de fondo por todas partes. La pañoleta cruzada la resguarda del frío, acaricia por un momento sus racimos de corales y recuerda a su abuela con su sonrisa zalamera, siempre con sus brazos tendidos esperando el abrazo de Aurora y el beso dulce de su boca en la que quedan pocos dientes, pero es cálida como el estío y la nieve que hay en su pelo la corona de azahar con el perfume de su dulzura.
Son las diez de la noche, es tarde, ya casi no queda nadie en la calle, recoge afanosamente su puesto, cuando el tintineo desaforado de su zarcillos le hace quedarse quieta y preguntarse qué sucede, de sus orejas penden como cada día aquellos racimos de corales que un día le regalara su abuela. Sonaban como si fueran campanitas, con el sonido dulce y tierno de Navidad.
Sintió que su cuerpo lo recorría una fuerza que la hacía moverse y bailar con el ritmo de una bailarina de ballet, estaba en la calle, las luces de colores danzaban en torno a ella y el olor dulce de la navidad emanaba hasta dejarla saborear todas las ambrosías que había soñado durante todo el año. Cuando esa fuerza se fue diluyendo se encontró en un sitio nuevo para ella, no reconocía paisajes ni colores, pero era tan bello, estrellas y planetas se movían en autentica armonía, tesoros y riquezas no provocaban avaricias ni envidias, los niños con sus juegos bebían de las fuentes de colores del arcoíris y el cielo abrazaba con sus brazos enormes a tantos seres que se movían llenos de esperanza y amor.
- Las campanitas de sus zarcillos, sonaban y sonaban estaba clara que después de aquella noche, Aurora reconocería cosas en la gente que jamás había visto, aquel sonido era mirar desde dentro, ver con los ojos del alma, reconocer a los viandantes, no solo de nombre, acariciar el aire que se posaba en sus caras, llorar con las gotas de lluvia y reír con el brillo de las luces de colores.
- Que mágica era mi abuela, nunca me lo quiso decir con palabras, quizás no la hubiese escuchado, ella conocía el secreto de esta música y escucharla le cambió la vida, por eso me dijo: son especiales.
El silencio de la calle, deja a la castañera terminar de saborear lentamente el sonido de las campanitas que se va apagando queda el susurro, la melodía más bella toca a su fin.
Sin darse cuenta se ha pasado el tiempo, el campanario más cercano anuncia la media noche, es Navidad, la noche donde el Niño Dios nació para que todos escuchásemos el sonido de las campanitas de coral.
Los muchos años de Aurora han quedado olvidados, no le pesan las piernas, hoy es como si tuviesen alas, a su cara se le han alisado las arrugas y su cuerpo cansado no necesita apoyarse en nada para caminar erguido como si la juventud le volviera a sonreír.
Vuelve a casa brincando como un cervatillo en medio de la pradera, la espera su familia, su hija rodea con sus brazos y percibe la calidez de su cuerpo nota que irradia algo nuevo, pero piensa hoy es Navidad, mama es feliz.
Los corales de Aurora resbalan entre sus dedos y caen en las manos de la que un día tendrá el privilegio de escuchar el sonido más bello y bailará con su música y su corazón saltará de gozo al ritmo de las campanitas de coral.
La abuela les regaló algo entrañable poder descubrir la esencia de la Navidad.
0 comments:
Post a Comment