Nos ha parecido un buen momento para compartir con todas nuestras visitas, unos de los minirelatos que nos escribe nuestra amiga, vecina y sobre todo, desinteresada colaboradora,
Mª Carmen Meroño
En esta ocasión nos habla del silencio y de lo poco que lo sentimos en nuestras vidas.
Si tenéis unos minutos, leerlo, merece la pena, y si alguno de vosotros os animáis a escribir, contad con nosotras para publicarlo, si es que os gustaría compartirlo y no sabéis como hacerlo.
Os puedo asegurar, que más de uno y de dos, leemos lo que vosotros narráis.
Nos asombra la facilidad con que os fluyen las letras para poder redactar textos tan tiernos y con tanta sensibilidad, como es el caso de lo que vais a poder leer a continuación.
Si os gusta escribir y queréis compartirlo, poneros en contacto con nosotras.
Este es el último minirelato que hemos recibido de Mª Carmen, que os puedo asegurar que no será el último.
El minirelato lleva por título...
"La melodía del silencio"
El silencio iba creciendo alrededor, nunca lo había escuchado en todas su magnitud, siempre había algo que lo contaminaba, un pájaro cantaba, el susurro del viento ó simplemente el jadeo de mi respiración ansiosa por vivir aquella experiencia religiosa, el silencio absoluto, el vacio del ruido nunca lo había sentido.
Un sueño invade mi mente, la montaña coronada de los colores del cielo, alarga su cumbre hasta el infinito, queriendo acariciar las nubes que abrazan el último de sus penachos, subir, ascender, abrir mis brazos y tener el cielo por inmensidad.
¡Guau! Mis botas se agarran a la pared, mis pies como garfios se encogen, curvando las suelas, mis manos encallecidas, buscan resquicios, y pequeñas oquedades, donde asirse en búsqueda vital, esto es un cuerpo a cuerpo, entre el gigante y yo, vencer a Goliat, ahí está mi astucia, mi preparación física, y aún así que pequeño me siento, diminuto como un guijarro en medio del lecho de un río, que puede rodar en cualquier momento.
Yo busco, la melodía del silencio en la cumbre, la luz sin polución, la creación en estado puro, mirar hacia abajo y no ver las pisadas del hombre, ni siquiera al hombre, ni las miserias del hombre, solo el gran amor de Dios por los hombres.
Cuánto nos cuesta el silencio, nos invade el miedo ante él, el silencio te deja sin palabras, una mirada en silencio tiene mil lecturas pero el silencio en la naturaleza es el éxtasis de los sentidos humanos.
Estoy rozando la cumbre, el cansancio se ha volatilizado, las penalidades del ascenso ya son un recuerdo, está lloviendo, el agua resbala por mi cara, y no hay silencio, esperaré, no volveré sin haberlo escuchado.
Sol, calor, silencio y yo. Paz, armonía y yo. Belleza en estado puro y yo. Soledad infinita y yo.
Vivir ese milagro, me deja marcado para el resto de mi vida, pero solo por eso hacer una cumbre es vivir el culmen de la existencia.
Caminaré otra vez por el ruido, pero no será igual. Les contaré a los demás, que es la melodía del silencio, y no lo entenderán, dirán que la montaña me volvió loco y es verdad, descubrí el silencio, caminé por su cumbre y me sentí parte de la inmensidad, libre como el viento helado, que toca mi cara, y en ese momento te enfrentas a un dilema, por qué volver, solo una cosa lo supera, el amor a los míos, la palabra papá, los brazos que te envuelven y los besos de mamá.
Mª Carmen Meroño.
Muy bonito y muy sentido.
Como siempre...