Friday, June 28, 2013

Fábula "La tortuga y la liebre"


   Uno de los programas que mejores recuerdos nos traen a la memoria, y que no faltábamos a la hora en que se emitía en la Tele, eran los
 Dibujos animados

Si os acordáis, lo emitían a la hora de la merienda, a la vuelta del cole, porque entonces había cole por la mañana y luego un par de horas por la tarde.

Cuando llegábamos a casa, mamá nos daba el bocata y veíamos los dibujos.

Casi todos los días, nos ponían unos cortos de Walt Disney.

Hoy queremos recordar una fábula que llevaba por título

La tortuga y la liebre.



   Esperamos que os guste recordar aquellos programas, que se repetían y repetían y volvían a repetirse cada dos por tres, pero que no dejábamos de ver por muchas veces que los repitieran.

Cuantas veces nos habrán dicho nuestras madres, 
"otra vez el mismo, si ese ya lo has visto", pero nos daba igual, 
una vez más ... ¡quien lo va a saber!.


¿Os acordáis de la portada del cuento?
¿Conocéis la Fábula de Esopo?,

La tortuga y la liebre

E
n el mundo de los animales vivía una liebre muy orgullosa, porque ante todos decía que era la más veloz. Por eso, constantemente se reía de la lenta tortuga.

- Miren la tortuga! ¡Eh, tortuga, no corras tanto que te vas a cansar de ir tan deprisa! - decía la liebre riéndose de la tortuga.

   Un día, conversando entre ellas, a la tortuga se le ocurrió de pronto hacerle una rara apuesta a la liebre.

   - Estoy segura de poder ganarte una carrera -le dijo.

   - ¿A mí? - preguntó, asombrada, la liebre.

   - Pues sí, a ti. Pongamos nuestra apuesta en aquella piedra y veamos quién gana la carrera.

   La liebre, muy divertida, aceptó.

   Todos los animales se reunieron para presenciar la carrera. Se señaló cuál iba a ser el camino y la llegada. Una vez estuvo listo, comenzó la carrera entre grandes aplausos.

   Confiada en su ligereza, la liebre dejó partir a la tortuga y se quedó remoloneando. ¡Vaya si le sobraba el tiempo para ganarle a tan lerda criatura!

   Luego, empezó a correr, corría veloz como el viento mientras la tortuga iba despacio, pero, eso sí, sin parar. Enseguida, la liebre se adelantó muchísimo. Se detuvo al lado del camino y se sentó a descansar.

   Cuando la tortuga pasó por su lado, la liebre aprovechó para burlarse de ella una vez más. Le dejó ventaja y nuevamente emprendió su veloz marcha.

   Varias veces repitió lo mismo, pero, a pesar de sus risas, la tortuga siguió caminando sin detenerse. Confiada en su velocidad, la liebre se tumbó bajo un árbol y ahí se quedó dormida.

   Mientras tanto, pasito a pasito, y tan ligero como pudo, la tortuga siguió su camino hasta llegar a la meta. Cuando la liebre se despertó, corrió con todas sus fuerzas pero ya era demasiado tarde, la tortuga había ganado la carrera.

   Aquel día fue muy triste para la liebre aprendió una lección que no olvidaría jamás: No hay que burlarse jamás de los demás. También de esto debemos aprender que la pereza y el exceso de confianza pueden hacernos no alcanzar nuestros objetivos.


0 comments:

Post a Comment