Monday, December 10, 2012

"El desahucio" de Mª Carmen Meroño


Un tema que está en todas las cadenas de televisión, en los periódicos y en la voz popular, son los desahucios.

¿Quien no conoce a alguien que está pasando por un mal momento? 
¿Cuantas familias de nuestro alrededor lo están pasado mal por falta de trabajo? 
¿Que familia no tiene alguien cercano que de una forma u otra este afectado por la situación económica que está pasando el país y que tan directamente nos afecta a todos?.

Mª Carmen Meroño, 
hace unos meses escribió algo relacionado con el tema del que estamos hablando y que creemos que  deberíais de leer.

En el momento de escribirlo, los periódicos y la televisión, raro era el día que no anunciaban el caso de alguna familia que se veía en la calle y esto le afecto tanto, que sintió el deber de plasmar sus sentimientos en papel. 

Esto es lo que Mª Carmen sintió.


"El desahucio"
de
Mª Carmen Meroño
   
Son las tres cuarenta y cinco de la madrugada, la noche es dura, su oscuridad consume la poca paz que me queda, el miedo al mañana, me hace temblar, un sudor frío me invade de pies a cabeza.

   La luz de la calle entra por la ventana dibujando figuras fantasmagóricas. El tráfico nocturno, se oye como un recordatorio de que al alba, su intensidad será como un fluir de sangre, que mueve cuerpos en actividad frenética hacia el trabajo.

Yo, esta noche vendería mi alma por estar inmerso en ese frenesí; lo estuve a lo largo de toda mi vida, consumía mis horas, sueños y energías, entregado a que mis ilusiones cumplieran estos objetivos, el dinero llegaba semana a semana, los balances, las cuentas, los ingresos, pagos, salarios, familia, hijos, coche, vacaciones... ¿Qué pasó? ¿Como pudo pasar?.

   La vorágine me tragó como un remolino, que en el mar arrastra hasta el fondo todo cuanto se acerca.

   Esta noche no tiene retorno, cuento con angustia las horas que quedan, la palabra mañana me aterra, cuando la claridad del alba asome sus rayos, me cubriré la cabeza para no verla.

   Estoy en la cama, derrumbado, desecho, me siento inútil, roto, maltrecho, siento que la luz del día me asusta, pues lo que trae con ella es el fin de una vida, sin futuro.

   No puedo más. Me siento en la cama, pongo los pies en el suelo,  busco las zapatillas, como siempre, y lo que encuentro es el frío suelo, los pies se quejan, no están acostumbrados a eso, me levanto y me voy al interruptor de la luz, y el clic de la llave no resuelve la penumbra. La compañía no reconoce situaciones, sólo que no has pagado el recibo,. Necesito ir al baño. llego tanteando, huele mal, esta sucio, la cisterna no tiene agua, cómo y por qué, se puede llegar a esto, las lágrimas afloran a mis ojos, ando unos pasos más. Las habitaciones de mis hijos están vacías, sin sus juguetes, todo ha desaparecido, objetos, recuerdos, personas, luz, agua, dignidad, y yo apurando la copa de mi amargura, solo, roto por dentro y por fuera. Y lo más grande sin esperanza.

   El sol entra a través de la ventana, sentado en un rincón en posición fetal, con las manos cubriéndome la cara, porque mi retina no aguanta la luz. Desaliñado, sin afeitar, para qué o para quien, la familia huyó de mi, me culpó de la situación y buscó refugio con los suyos, la mía, que es mi madre, la viejita, achacosa y cargada de años, sólo me puede ofrecer sus brazos de consuelo, y yo no quiero que el dolor le consuma por mí, le ofreceré la única sonrisa que me queda y el beso que mis labios ya no tienen a quien dar.

   Me levanto lento, frío como un tempano, desencajado y me encamino hacia la puerta, no quiero mirar atrás, la noche ha sido un repaso concienzudo a mi vida, el fracaso de un hombre, en todos los ámbitos en los que vivió y se movió.

   El llavero que me acompañó siempre queda colgando en la cerradura, la puerta blindada ya no tiene nada que guardar, mi destino, está por escribir, mi voz rota contesta los buenos días de un vecino que baja presuroso por las escaleras, la calle me aguarda, que será de esta nueva vida que me espera.

   El comedor social, me dará el desayuno, los bancos del parque me ofrecerán su dureza, lucharé por buscar trabajo y "mi" banco mientras tanto llegará a "mi" piso, cambiará la cerradura, sellará la puerta y dejará que se pudran los cuatro recuerdos que quedan abandonados.

   Fui un hombre de bien y sin embargo hoy no se si lo soy, quizá sí, un hombre que lo consumió la sociedad de consumo, que se dejó atrapar por el bienestar.

   Mentira todo mentira y qué, quien me devuelve mi vida, mi familia.

   La palabra desahucio, lo rompe todo. Un sin techo más, un número en las estadísticas. En las noticias las gentes verán que aumenta el paro, que el desanimo crece y los sin hogar en filas interminables por un plato de comida caliente, que caliente el cuerpo y el alma, que devuelva la tibieza al corazón, para que la esperanza no quede en una palabra sin contenido.

   Fui un hombre digno y espero serlo otra vez, con trabajo, con casa y familia.

   Vivir auténticamente como persona, como mi madre me quiso siempre, querido, respetado y valorado.


   Por ella lo volveré a ser, si alguien me brinda oportunidad, de cumplir mi sueño.


0 comments:

Post a Comment